Toser un poco o sentir congestión puede parecer algo común, pero no siempre hay que dejarlo pasar. Los síntomas respiratorios pueden esconder problemas importantes si no se evalúan a tiempo. Aquí te contamos en qué momentos debes preocuparte y buscar atención médica.
Una tos leve por resfrío suele mejorar sola, pero si ya pasaron varios días y sigue igual o empeora, es momento de actuar.
Tos persistente puede indicar infección, alergias, bronquitis o incluso problemas más serios.
Si la tos interrumpe tu sueño o te causa dolor en el pecho, no lo ignores.
Sentir “falta de aire”, presión en el pecho o que necesitas hacer un esfuerzo extra para respirar es una señal clara de alerta.
Esto puede estar relacionado con asma, neumonía, infecciones respiratorias o problemas cardiacos.
La respiración nunca debe ser un desafío. Si lo es, consulta de inmediato.
La fiebre persistente o alta acompañada de tos, dolor de garganta o congestión suele indicar infección que requiere evaluación médica.
Puede tratarse de influenza, faringitis, cuadros virales fuertes o algo más complejo.
No esperes a que “se pase solo” si la fiebre dura más de 48 horas.
La aparición de flema amarilla, verdosa, con olor fuerte o mezclada con sangre es un signo que nunca debe ignorarse.
Este tipo de secreciones normalmente revelan infección o inflamación importante en vías respiratorias.
Recibir atención a tiempo evita complicaciones y acelera la recuperación.
Conclusión
Tus pulmones siempre te dan señales, solo hay que escucharlas. Si presentas alguno de estos síntomas, acércate a un profesional para saber qué ocurre y recibir el tratamiento adecuado.
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